miércoles, 14 de agosto de 2013

NEVERMORE (ELOGIO A EDGARD POE)




NEVERMORE (ELOGIO A EDGARD POE)

Hallabamé yo sentado al calor de la chimenea de mi  residencia  invernal,  en  la pequeña loma  de Akorda, justo a 400metros  por encima del mar Cantábrico  disfrutando de un brandy 1886 ,cuando el cansancio  producido por un acuciante día de trabajo de un hombre de negocios, me llevó con su mano ligera hacia un sueño  profundo que resultó ser el inicio  de un viaje…..
Desperté sobresaltado al sonido de la copa que de mis manos cayó al suelo, haciéndose un millón de pedazos, pero el sobresalto se convirtió en pánico cuando  mis ojos me trasmitieron una  verdad que a la postre acabaría siendo trágica: Estaba  en un salón que no era el mío y en una casa en la que no era la mía, un lugar extraño y plagado de  húmedas corrientes de un gélido aire que me empezaba a aterir los huesos.
Pensé estar soñando sentado en aquel canapé de piel, frente una chimenea  en la que el fuego crepitaba nervioso, pareciendo querer escapar de aquellas paredes de piedra de sillería. Las ventanas eran de madera maciza y el polvo y las telarañas le conferían a la estampa un ambiente aún más tétrico, yo no habría elegido este lugar para conocer el secreto que  tanto ha atormentado a la humanidad a través de los siglos. Frente a mí, junto a la chimenea mirándome inquisidora, una estatua de Palas, dios griego de la sabiduría (confieso que por una casualidad de esas que a veces se dan en la vida yo había leído un artículo que versaba sobre como Atenea cosió la Égida  en la revista National geographic  del último mes).
A estas alturas mi estupefacción había alcanzado  unas dimensiones gigantescas, que  ni de lejos eran nada comparadas con lo que me quedaba por ¿vivir? Frente a mí, sobre una mesa  rustica posados un juego de ajedrez en el  cual  una dama, un peón y un alfil negros daban jaque mate al rey blanco; junto al ajedrez una botella de “Petrus1995” y dos copas.
—No lo pienses, es el vino más caro que un mortal puede probar y la partida está a punto de acabar, toma un trago, eso te hará sentir mejor.
Mi corazón dio otro salto mortal en mi pecho y mi respiración que  estaba a punto de detenerse para siempre se tornó ardiente como el simún, ese “Viento rojo que sopla atravesando el Sahara “A mi derecha y  un paso por delante de una imponente puerta de roble macizo que proporcionaba el acceso a la estancia en la que me encontraba, apareció, o por lo menos yo no había reparado en él un hombre de unos cuarenta y cinco años, no sabría decir bien,  moreno, lucía un pequeño bigote sobre su labio superior y coronilla en su despeinada y sucia cabeza. Su aspecto  de demente se veía agravado por sus ropas; viejas y raídas que de seguro no eran de su talla.
― ¿Qué?, ¿Quién eres?, ¿Dónde estoy?....; miro nervioso a aquel hombre que apesta a alcohol. ¿Qué ha pasado?

—Bebe, bebe sin miedo y no tengas miedo a la resaca, que eso ya no es para ti. ¿Sabías que  las penas de lo  físico se alivian al liberar las cadenas que nos atenazan durante el transito del alma al éter?
Yo miraba atónito a aquel espectro que me hablaba como si los vivos y los muertos podrían departir amigablemente compartiendo vino caro sin acabar, el vivo claro está, loco de atar. El miedo me hacía sudar frío y las corrientes de aire anegaban de humedad mi respiración.
―¿qui..qui..quién eres? acerté a decir con un hilo de voz.
Nací como Edgard Poe y algún año más tarde tomé de  mi benefactor John Allan su apellido ", aunque a decir verdad él nunca me lo dio  y por ello morí en la ruina. Aun así  le estoy agradecido. Me arrastré en vida como el espectro que ahora soy , escribí no pocos cuentos y poemas, algunos de ellos incluso han sido aclamados por los expertos que tanto aborrece este alma, que si bien halló alivio a sus dolores mortales al unirse a la prole de Caronte, los más profundos , los del alma me acompañaron a esta orilla inmutables resonando como un eco en el vacío de la no vida. Amé a dos mujeres, Sarah y Virginia y quizás la primera estuvo siempre  entronizada en lo profundo de mi corazón. Yo era un pozo de dicha ante mi inminente boda con Sarah; mi dulce niña…..Ella quería que dejase mis malos hábitos y yo estaba tan feliz que a fe que lo intenté, pero el alma azorada se conduce irremediablemente hacía el abismo….
—Mi decisión de contraer matrimonio era firme; me entusiasmaba volver a unirme con Sarah, aquel reencuentro fue una inyección de  endorfinas. Mi alma había recuperado las ganas de volar y ser feliz. Pero aquella tarde ella me dijo que se echaba atrás; que no que no quería casarse, las mujeres siempre tienen que pensarlo todo dos o... tres veces y hacer lo que otros esperan de ellas. Mierda ,mi alma se resquebrajó como lo hace una hoja de arce pisoteada en el suelo de los jardines del  Washington collage hospital. Esa fue mi última visión, ese jardín ,luego mi alma emprendió el viaje.
A estas alturas el miedo ya había desaparecido y me empezaba extrañamente a apreciar la conversación de aquel que decía ser el genial escritor norteamericano.
—Los perros que habitan las calles de Baltimore fueron testigos mudos de mi delirio, y por esas calles vagué y de ellas me recogió mi buen amigo James ; él me encomendó a Dios.—siguió narrando ,y a cada palabra su rostro reflejaba más sufrimiento.
―Pero Dios  no ha existido ni existirá jamás, ¡ninguno! Fue la propia naturaleza la que se creó a sí misma y será solo  la naturaleza quien  todo lo destruirá; el ser humano; que es parte de ella se encargará de hacerlo con este minúsculo rincón  que habita dentro del vasto universo. ¡Ese será el auténtico apocalipsis.! Por eso las plegarías del buen James no fueron escuchadas y por eso yo me refugio en este castillo ―Llamado Du na Sead―, como otros se refugian en otros miles de lugares distintos. La legión de los muertos es infinita. Entregué mi vida al láudano y al violento oficio de escribir; mi alma enfermó y solo el amor pudo acaso aliviar sus heridas  por momentos. Pero fue ese mismo amor quien me empujó a la fosa y echó tierra sobre ella.
Yo lo miraba aterrorizado no podía creer lo que estaba viviendo; el espectro del más genial de los escritores de cuentos de terror, me tenía aterrorizado en el interior de un castillo en Baltimore (Irlanda), no en Baltimore (Maryland), yo ya no podía pensar, no podía respirar, me quería morir….
―Pero ha llegado el momento de cumplir con la misión de acompañamiento que me corresponde.
—¡Bebe!― Gritó repentinamente  señalándome la copa. Era la primera vez que alzaba tanto la voz y sobrecogido por un pánico atroz  tomé un sorbo de  aquel  burdeos que se derramo por mi lengua ,explotando en  aromas de roble y frutos rojos  a la sombra de mi paladar y cayó en cascada por mi garganta para trasmitir un cálido aliento  en mi vientre. Me resultó sublime y pronto empecé a sentirme tremendamente ligero, mis pies se despegaron de la alfombra y vi como Edgard Poe  también comenzaba a levitar.
—Es el momento ―dijo― has de pensar un lugar donde repose tu alma toda la eternidad.
Me vino a la mente aquel castillo a la orilla del río Butrón, del cual tomó su nombre. De pronto el estupor y una sensación de no retorno se apoderó de mí.
—¿Reposar mi alma?—Acerté a preguntar con un hilillo de voz entrecortado
—Ayer se te paró el corazón; la vida moderna, el stress…..
—¿Cómo, un infarto?, ¿Y mi mujer?, ¿Mis hijos?, no me he despedido, ¿No volveré a verlos?
—NUNCA MÁS.
—¿y mis cosas? , ¿Mis amigos?
—NUNCA MÁS
—¡No es justo!, con la voz definitivamente quebrada grité: ¡Quiero vivir!
En ese momento un cuervo negro como el abismo en el que ya se ahogaba mi alma ,entró por la ventana yendo a posarse sobre la estatua de Palas y la voz de Poe sonó más profunda aún :
—NUNCA MÁS