lunes, 17 de junio de 2013

El calcetin rojo

Se pasó una hora buscando el calcetín rojo; el inspector Lestrad y su fiel escudero el agente Markus Bell habían llegado tarde. El cadáver del joven empresario Dylan Burne yacía inerte y desnudo en su propia cama, su pene erecto y un tiro en la frente; entre las ropas desperdigadas por la estancia faltaba el dichoso calcetín.
Digo que llegaron tarde porque oyeron dos disparos cuando se disponían a entrar en la casa, el asesino había tenido poco tiempo para desaparecer de la escena del crimen.
-Fue una mujer, una mujer atractiva-Dijo Lestrad.
-¿Lo dice usted por la desnudez y la erección?
-No, por eso no; desconozco la identidad sexual del señor Burne, que los tiempos están cambiando mucho últimamente…. En realidad lo he deducido por el hecho de que en la mesita de noche hay unos pendientes. Todo hace indicar que lo sedujo con sus encantos y lo convenció para venir hasta aquí. Está toda su ropa pero no encuentro uno de los calcetines, un calcetín rojo, en ese calcetín está la clave, o quizás no….
-¿Yo lo he soñado o cuando llegamos se oyeron dos disparos?, el señor Burne solo tiene uno, esto es muy sospechoso.
-Bien observado Markus, te diré que la pistola está bajo la cama; el segundo disparo sonó cuando echamos la puerta abajo gritando que somos policias, el señor Burne ya estaba muerto y la asesina se asustó, se le cayó el arma al suelo rebotando justo aquí. -en el suelo de madera de la habitación había una marca de un golpe violento-. Al golpearse contra el suelo la pistola se disparó y cayó debajo de la cama.
Para cuando Lestrad había terminado su exposición el agente Bell ya había recuperado un revolver colt 45 de debajo de la cama y comprobado que en el rodapié había alojada una segunda bala, las dos que faltaban en el tambor del arma.
-En cuanto al paradero de la asesina-Dijo Lestrad volviéndose hacia el armario que había a sus espaldas, justo frente a la cama donde reposaba el cadáver y abriendo sus puertas de par en par- Yo diría que se esconde aquí.
Efectivamente, dentro del armario había una bella joven completamente desnuda con un calcetín rojo en la mano.
Hay que decir en honor a la verdad y que me perdone el inspector Lestrad por contar sus intimidades; que su primer pensamiento, (y el de Bell seguramente también), fue de admiración por aquella piel tersa, aquellos pechos firmes y la larga cabellera negra y ondulada, no obstante ambos en muestra de su extraordinaria profesionalidad pronto volvieron a poner los pies en el suelo y continuaron a lo que estaban.
-Eau de cologne Imperial, Fancoise Pascal Gerlain; el aroma a cítricos, bergamota y cedrón sobresale incluso por encima del vulgar olor a sangre, tanto refinamiento te ha delatado. Eso y tu respiración.
Podemos decir que fue bastante embarazoso vestirla con un albornoz del muerto antes de esposarla, una vez ya cubierta y antes de que los guardias Riverside y Tenant la condujeran a la comisaria de Green, Lestrad quiso preguntar arrebatándole el calcetín rojo:
-¿Qué hay tan importante en este calcetín que valga la vida de uno de los hombres más importantes de Inglaterra?
-Ese calcetín vale millones de Libras-Dijo ella- pero descubra usted que es tan listo el porqué.
Allí se quedó Lestrad observando el calcetín y Bell observando a Lestrad.
-¡Oh Dios mío, como no me di cuenta antes!, ¡sígame Markus!
Fueron a la cocina y Lestrad cogió un puchero pidiendo amablemente a Bell que mezclara en el agua con sal e introdujo en la mezcla el dichoso calcetín que en pocos minutos cambió el rojo-color que pasó a teñir el liquido elemento-, por el blanco.
-Vóila! Dijo Lestrad visiblemente contento y pescando el calcetín con un tenedor que había por allí.
Cuando se hubo secado el misterio terminó de resolverse, se dejó ver en el tobillo de la dichosa media impresionada en tinta invisible una compleja formula matemática.
-He aquí la clave del misterio, no sabemos qué significa pero si su valor; un dineral y la vida del señor Dylan Burne.
-Una pregunta-cuestionó Markus Bell-¿Cómo se dio usted cuenta de que el calcetín estaba teñido de escarlata?
-Mi querido y admirado amigo Bell, observé las yemas de los dedos de nuestra asesina manchados del mismo color que el calcetín y supuse que era producto del sudor de esta así que decidí fabricar una solución salina que se asemejase al la transpiración humana y el experimento funcionó. Lo de la tinta invisible fue un golpe de suerte, se le llama serendipia, amigo Bell. 

3 comentarios:

  1. Joer Markos, eres un crack!

    intuyo de tus escritos que te gustan escritores como Auster, Conan Doyle, Allan Poe, me equivoco?

    Sigue asi tio, y si algun dia te haces famoso, pues mandame una copia firmada de tu primer libro

    Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Joer Iñaki la has clavao! esos son tres de mis escritores favoritos macho, de hecho tengo por ahí un cuento a medio escribir en el que resucito a Edgar allan poe.Tengo que terminarlo.

      Eliminar
  2. Me gustó mucho a decir verdad. Encontré tu escrito por casualidad en la página de goodreads y se me dio por revisar tu blog. Éste cuento en particular me agradó bastante porque soy fiel admiradora de Hércules Poirot, Sherlock Holmes, Miss Marple, C. Auguste Dupin y Miss Phryne Fisher.
    Muy buen trabajo, me gustaría leer más de las aventuras de Lestrad y el agente Bell.

    ResponderEliminar